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"La violencia contra la mujer en Cuba como estrategia de control social"
Por: Zelandia de la Caridad Pérez Abreu
"Un fenómeno en ascenso".
La violencia contra la mujer en Cuba ha dejado de ser un problema circunscrito al ámbito doméstico para convertirse en un fenómeno social de creciente gravedad. Los feminicidios, cada vez más frecuentes, se desarrollan en un contexto de permisividad institucional: las autoridades minimizan, ocultan o relativizan estos crímenes. Esta tolerancia puede interpretarse como parte de una estrategia del régimen para sembrar miedo en un segmento social históricamente protagonista de la resistencia: las mujeres.
Diversas organizaciones independientes, como Alianza Cubana por la Inclusión (ACI), han presentado recursos legales para que el feminicidio sea tipificado como un delito mayor en Cuba. Sin embargo, las autoridades han evadido cualquier tipo de respuesta, lo que refuerza la idea de que no existe voluntad política para enfrentar esta crisis.
"El papel histórico de la mujer cubana".
Lejos de ser el “sexo débil”, las mujeres cubanas han sido de las más activas en la lucha contra las imposiciones gubernamentales. Desde La rebelde Niña de Placetas, pasando por Laura Pollán, fundadora de las icónicas Damas de Blanco, hasta Berta Soler, que continúa su legado, y figuras como Rosa María Payá o Marta Beatriz Pérez Roque, la lista de heroínas es incontable. Cada una representa la fuerza moral y política de un sector que nunca ha aceptado la sumisión.
"Violencia institucional".
La violencia contra la mujer no se limita a los hogares. En las instituciones del Estado, las mujeres son relegadas a puestos de menor remuneración, sin acceso real a la toma de decisiones. Son víctimas del abuso de poder y de un sistema que las utiliza como mano de obra barata mientras las excluye de la esfera política. Esta discriminación estructural es otra forma de violencia, menos visible pero igualmente devastadora.
"Símbolo de resistencia".
Las mujeres cubanas son hoy un verdadero símbolo de resistencia. Madres, proveedoras, administradoras, esposas honestas, magas que cada día inventan qué poner sobre la mesa para sus hijos, pero también guerreras que enfrentan en primera línea la maldad institucional del régimen. Y son ellas, precisamente, las que reciben el castigo más cruel de los represores.
"Conclusión"
La violencia contra la mujer en Cuba no es solo un reflejo de desigualdad social, sino un mecanismo de control político. Al sembrar miedo en quienes históricamente han liderado la resistencia, el régimen busca quebrar la voluntad colectiva. Sin embargo, la historia demuestra que las mujeres cubanas, lejos de doblegarse, se convierten en el motor de la esperanza, la dignidad y la libertad.
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