Santiago de Cuba
"Cuba: Entre la Escasez y la Falta de Humanismo"
Por: Perceo Sandoval
Por décadas, el pueblo cubano ha vivido bajo una realidad marcada por la escasez, la represión y la indiferencia. Cuba, una isla de historia vibrante y cultura profunda, enfrenta una crisis silenciosa que rara vez ocupa titulares, pero que marca de manera brutal el día a día de millones de personas. Lo que alguna vez fue símbolo de resistencia, hoy se ha convertido en un clamor desgarrador por dignidad, derechos y una vida mínimamente decente.
"La Escasez Cotidiana"
La palabra “escasez” en Cuba se ha normalizado hasta niveles alarmantes. Ya no se trata de lujos o comodidades, sino de lo esencial: alimentos básicos, medicamentos, productos de higiene, energía eléctrica e incluso agua potable. Conseguir una pastilla de paracetamol, un litro de aceite o una bolsa de arroz puede significar horas bajo el sol, días de espera o depender de redes informales cada vez más costosas.
Esta precariedad persistente no es fruto del azar. Responde a una gestión económica ineficiente, a una excesiva centralización del poder, a trabas estructurales que sofocan la iniciativa privada y a una burocracia que, en muchos casos, prioriza el control político por encima del bienestar ciudadano. Las reformas anunciadas con bombo y platillo rara vez se traducen en mejoras reales. En su mayoría, quedan en promesas que perpetúan el estancamiento y benefician a unos pocos privilegiados.
"La Deshumanización del Pueblo"
Aún más grave que la escasez material es la escasez de empatía, de derechos, de humanidad. En Cuba, el ciudadano ha sido reducido a una pieza dentro de un sistema que no escucha, que no responde, que vigila, controla y castiga. La voz del pueblo está cada vez más acallada, invisibilizada, y cuando se alza, es reprimida con dureza.
Las manifestaciones pacíficas son criminalizadas, los medios de comunicación están monopolizados, y la vigilancia sobre la población se ha vuelto una rutina. Quienes piensan diferente, quienes exigen cambios, son tildados de enemigos. Esta lógica de sospecha permanente y represión institucionalizada genera miedo, silencio y una fractura profunda entre pueblo y poder.
Mientras tanto, en el exterior, el debate sobre Cuba suele simplificarse, cayendo en reduccionismos ideológicos que ignoran lo esencial: el sufrimiento real de las personas. Se discuten narrativas, pero se olvida al ser humano detrás de la estadística. La empatía, en estos debates, brilla por su ausencia.
"Un Llamado a la Conciencia"
Cuba no necesita más análisis superficiales ni más discursos cargados de intereses. Necesita escucha, solidaridad auténtica y, sobre todo, acciones concretas que pongan en el centro a su gente. No se trata de tomar bandos políticos, sino de reconocer una crisis humanitaria prolongada que sigue destruyendo vidas, separando familias y apagando esperanzas.
El humanismo no puede ser selectivo. No debe depender de simpatías ideológicas ni de contextos geopolíticos. El humanismo exige poner por encima de todo a las personas, su dignidad, sus derechos, su libertad. Y hoy, el pueblo cubano necesita eso más que nunca.
Cuba no necesita compasión pasajera, necesita justicia sostenida. No necesita promesas vacías, necesita un cambio profundo y real. Necesita, sobre todo, recuperar su humanidad.
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