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La crisis cubana y la continuidad

Por Germán González 


Las soluciones a la crisis económica y social en Cuba están fuera del alcance del régimen, porque las causas son consustanciales a su existencia. Dicho de otro modo: descontinuar la continuidad representa el principio del fin de la crisis.


En Cuba hoy hablar de exportaciones de bienes o de aumentar la oferta al mercado interno es un chiste malo pues el patrimonio productivo desapareció o está obsoleto, casi lo mismo.


El turismo ha descendido a niveles de hace 19 años; las remesas han encontrado caminos que evaden su control y apropiación por el régimen (por GAESA); la renta de personal desciende por múltiples causas, disminuciones de representaciones extranjeras, disminución demanda y dificultades para el cobro en el exterior; dificultades en el servicio de la deuda y como consecuencia ausencia de créditos; ausencia de inversión extranjera, estos desastres no atraen inversores...


Y el Programa... no contempla la solución de los tres estrangulamientos al desarrollo causantes del tétrico panorama:

 

La ineficiencia inherente al sistema político económico existente agravada por la ineptitud del equipo gobernante.

La ya mencionada deuda que pesa como una losa sobre la economía cubana.

La legislación estadounidense que no es bloqueo, ni siquiera un embargo riguroso, pero indudablemente limita.


Un gobierno de no continuidad, de transición primero y electo democráticamente después cambiaría el sistema; denunciaría la deuda como ociosa, impropia, pues se concedió por razones políticas al régimen y en la propia legislación de EEUU se establece el cese de las restricciones a Cuba una vez democratizado el país.


Por tanto, el programa anunciado casi clandestinamente aprovechando la conmoción provocada por el huracán Melissa (igual al caso Gil) no pasará de ser un ejercicio mental con resultados negativos o en el mejor de los casos, nulos.



Fotos cubadebate


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