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El gilbertazo ¿Tragedia o comedia?

Por Germán González

Fidel Castro siempre detectó gente inteligente, los encumbró y luego defenestró antes de que pudiesen convertirse en obstáculo para su ambición de poder total y vitalicio. 

Humberto Sorí Marín, comandante de la Sierra, autor de las primerísimas “leyes revolucionarias”, entre ellas la Ira Ley de Reforma Agraria la cual antes de firmarla el 17 de mayo/59, durante el viaje a la Sierra Maestra, FC modificó a su imagen y semejanza. Fusilado.

Luis Orlando Domínguez, jefe de la juventud comunista y luego su ayudante personal y el único orador brillante del proceso roboilusionario; Carlos Aldana, todopoderoso ideólogo partidista; Humberto Pérez, el zar de las reformas de los años 70 para homologar la economía de Cuba con la de la URSS y su CAME; Roberto Robaina, canciller imagen de frescura y espontaneidad en una robouilusión ya anquilosada. Todos enviados al ostracismo.

Al suceder a FC el hermanísimo, a su sombra en vida y luego oculto tras las “instituciones”,  repitió el procedimiento con los aún jóvenes Carlos Lage, Bruno Rodríguez y Carlos Balenciaga y añadió a la chapea a los veteranos José Luis Rodríguez, Ernesto Soberón y algunos otros burócratas capacitados profesionalmente.

Para que FC considerara a alguien un peligro la varilla en comparación con él mismo se situaba alta. Esa misma varilla se situaba a ras del suelo para Raúl Castro, resultado: Un equipo de gobierno cuyo CI promedio es el más bajo desde Diego Velázquez a la fecha.

Solo así se explica el encumbramiento de Alejandro Gil hasta las cumbres del poder pues su formación profesional o currículo anterior no lo justifica. 

Eso sí, fue alguien capaz de dar largas peroratas durante los eventos formales del régimen, sesiones de la asamblea del pp o plenos y congresos del partido sin decir absolutamente nada, único capaz de supuestamente hablar de economía sin mencionar un número. Ni Cantinflas lo hubiese logrado en una materia cuyos postulados deben estar sustentados con cifras.

En fin, la vida se repite, primero como tragedia y luego como comedia. Tragedias hubo y hay de sobra en estos últimos 67 años. El gilbertazo parece más bien una comedia.



Foto Wikipedia 


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