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"Una juventud silenciada por la tragedia"

En Cuba, la noticia volvió a golpear con la misma crudeza de siempre: otro joven perdió la vida en el Servicio Militar Obligatorio. Esta vez fue Antonio Rassi, de apenas 18 años, quien falleció el 18 de agosto de 2025 en la Unidad Militar El Calvario, en La Habana, tras una autolesión. Su partida deja un vacío irreparable en su familia, sus amigos y en toda la comunidad, mientras el gobierno mantiene el silencio que se ha vuelto costumbre ante estas tragedias.

El dolor de su velorio en la capital se mezcló con la rabia contenida de quienes ven cómo se repite una y otra vez la misma historia. El Servicio Militar, lejos de ser un espacio de formación, se ha transformado en un entorno de abusos, negligencia y sufrimiento. Accidentes, enfermedades desatendidas, maltratos y suicidios forman parte de una lista que no deja de crecer, marcada por la indiferencia de las autoridades.

La muerte de Antonio reabre el debate sobre una práctica impuesta desde 1963 y que hoy, seis décadas después, sigue arrebatando vidas. Padres, activistas y organizaciones reclaman lo mismo: poner fin a un sistema que convierte la juventud cubana en carne de cañón de un Estado que no asume responsabilidades. Cada joven perdido es una herida abierta en un país donde la esperanza muere demasiado pronto.

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