#CubaHoyCuentosQueViven
"Entre agujas y píldoras"
En la ciudad de Lianhua, conocida por sus rascacielos y hospitales ultramodernos, vivía Liang Mei, una mujer de belleza tranquila y modales discretos. Nadie imaginaba que, detrás de su bata blanca, se ocultaba la heredera de una de las familias más ricas de Asia, dueña de una fortuna capaz de comprar medio distrito financiero.
Liang Mei trabajaba en una pequeña clínica de medicina tradicional china, donde utilizaba agujas de acupuntura, hierbas y técnicas milenarias para curar. Siempre había preferido el anonimato: su verdadero apellido lo reservaba como un tesoro peligroso, porque sabía que el dinero atraía más enemigos que amigos.
En el otro extremo de la ciudad, Alejandro Ruiz, un hombre imponente, era el CEO de Pharmacon Global, la farmacéutica más poderosa de occidente. Alejandro creía firmemente en la medicina basada en evidencias científicas y despreciaba, sin disimulo, cualquier tratamiento que no estuviera respaldado por sus laboratorios. En entrevistas públicas solía decir:
La medicina tradicional es superstición con batas.
El destino, que nunca pide permiso, cruzó sus caminos cuando la madre de Alejandro enfermó gravemente. Después de meses de tratamientos costosos y sin resultados, una enfermera desesperada le recomendó la clínica de Liang Mei. Él, irritado, fue a buscar “a la curandera” para demostrar que todo era un fraude.
Cuando llegó, encontró a Liang Mei atendiendo a una anciana con manos firmes y voz serena. No llevaba joyas, ni maquillaje llamativo, solo una calma que desconcertaba.
Vengo por mi madre dijo Alejandro, con tono frío. Pero no espere que crea en esto.
Liang Mei no respondió al ataque. Lo escuchó, examinó a la paciente y le preparó un tratamiento que combinaba hierbas, masajes y sesiones de acupuntura. Los días pasaron y, para sorpresa de Alejandro, su madre empezó a mejorar.
Poco a poco, él empezó a visitarla más seguido, primero por control médico… luego, sin admitirlo, para verla a ella. La mujer que había despreciado se volvía un enigma irresistible: ¿quién era realmente esa doctora tan segura de su arte?
La respuesta llegó una noche, en una cena de gala organizada por el Ministerio de Salud. Allí, Alejandro vio a Liang Mei, vestida con un qipao de seda color marfil, rodeada de ministros y empresarios que la trataban con reverencia. Un reportero la presentó como:
La doctora Liang Mei Zhang, directora honoraria de la Fundación Zhang, la mayor accionista de Pharmacon Global.
Alejandro sintió que el mundo le daba un vuelco. Ella no solo era rica… era, en parte, dueña de su propio imperio.
Liang Mei se acercó y, con una leve sonrisa, le dijo:
La medicina no tiene patria, señor Ruiz. Solo tiene un propósito: sanar.
Él, por primera vez, se quedó sin palabras.
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