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"El asesinato que sacudió a Lawton y al corazón de Cuba".

El brutal asesinato de Yosvani Hernández Meriño, conocido como El Moro o Pocholo, ha dejado una herida abierta en la comunidad de Lawton. Padre de una niña de 7 años, trabajador, alegre y uno de los valientes que alzó su voz en las protestas del 11 de julio de 2021, Yosvani fue hallado sin vida en su vivienda tras recibir entre 10 y 14 puñaladas y un corte mortal en el cuello. La celebración por un premio en la bolita se convirtió en tragedia cuando varios individuos, presuntamente ocho, irrumpieron para robarle dinero y electrodomésticos.

Su historia no solo habla de una vida arrebatada, sino de la dignidad de un hombre que ya había enfrentado la represión estatal. En prisión, tras las protestas del 11-J, sufrió una paliza brutal por parte de tres militares, castigo que soportó sin emitir un grito. Ese silencio de resistencia, según testigos, irritó aún más a sus agresores. Sus compañeros de lucha lo recuerdan como un hombre firme, generoso y alegre, que nunca dejó de luchar por lo que creía.

Este crimen se suma a un panorama alarmante: en 2024, el Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana reportó 1,317 hechos delictivos, un 50,72 % más que en 2023. La inseguridad y la violencia extrema ya forman parte del día a día de los cubanos, en medio de la peor crisis económica y social en décadas. La muerte de El Moro no es solo una tragedia personal: es un símbolo del deterioro de la seguridad, la impunidad y el abandono que vive la isla.

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