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"Juventud en peligro: el tesoro perdido de Cuba".
Por : Juán Manuel Moreno Borrego
En toda nación, la juventud representa la fuerza renovadora, el motor del cambio y la esperanza del mañana. En el caso cubano, este recurso invaluable se está perdiendo a un ritmo alarmante. Cuba atraviesa una de las crisis sociales y humanas más profundas de su historia contemporánea, y el costo más alto lo están pagando sus jóvenes.
La reconstrucción del país, inevitable tras décadas de desgaste, requiere no solo de ideas y recursos, sino de mano de obra joven, motivada y formada. Sin embargo, esa juventud, que debería ser el pilar del futuro, está desapareciendo de la vida nacional por varias vías igual de trágicas.
Una parte significativa ha huido del país, escapando del régimen autoritario y de la falta de oportunidades. Lo hacen arriesgándolo todo, muchas veces enfrentando peligros extremos en travesías marítimas o migraciones ilegales. La "Isla cárcel" se ha convertido en un lugar del que hay que escapar, no un hogar donde quedarse a construir.
Los que deciden quedarse a luchar desde adentro, lo hacen con valentía, pero también con un altísimo costo. La represión sistemática, el encarcelamiento arbitrario y la constante vigilancia estatal son el pan de cada día. Muchos de estos jóvenes mueren en las cárceles, no por cometer crímenes, sino por el simple acto de expresar su opinión.
Otra porción se autodestruye en las calles, atrapada en un ciclo de desesperanza, violencia, marginalidad y consumo de drogas. Cuba enfrenta una ola de violencia nunca antes vista, una criminalidad en espiral que se cobra vidas jóvenes y, con ellas, el potencial colectivo de toda una generación. El incremento de asesinatos, feminicidios y agresiones entre jóvenes refleja no solo un desmoronamiento del tejido social, sino también una ausencia total de alternativas.
El Estado cubano, en lugar de proteger y empoderar a sus jóvenes, los margina, los reprime o los obliga al exilio. Esta pérdida masiva y constante de talento joven es una catástrofe nacional, porque sin juventud, no hay futuro. Los hijos de Cuba están desapareciendo, y con ellos, la posibilidad de una Cuba libre, próspera y en paz.
El llamado es urgente. Si no se detiene esta sangría humana, si no se construyen espacios reales para la participación, la libertad y el desarrollo de la juventud, Cuba no solo perderá a sus hijos: perderá su alma.
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