“Corrupción a plena vista en el Malecón habanero”

La noche cae sobre La Habana, pero la oscuridad no logra ocultar la corrupción que se ha vuelto rutina en las calles de la capital. Frente al emblemático Malecón, un chófer particular fue detenido sin justificación por un agente de la Patrulla 869, una unidad tristemente célebre por sus constantes actos de abuso y extorsión. Lo que parecía una inspección común, terminó con un intercambio silencioso de billetes.

El policía, sin revisar documentos ni dar explicación alguna, permitió que el conductor continuara su camino tras recibir el dinero, que discretamente guardó en su bolsillo. Todo el acto fue captado por el lente de un transeúnte que, desde el Hotel Deauville, presenció y documentó la escena. Las imágenes se han convertido en una prueba más de la impunidad con la que actúan ciertos agentes, amparados por un sistema que protege a los corruptos y castiga al ciudadano común.

Este suceso no es una excepción, sino una muestra más de la corrupción estructural que devora a Cuba desde sus cimientos. El uniforme que debería representar orden y seguridad se ha convertido en sinónimo de miedo, abuso y cobros informales. Mientras no se tomen medidas reales y transparentes, los cubanos seguirán siendo víctimas de un poder que opera por debajo de la ley.

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