"El silencio de los aliados de Irán ante la ofensiva de Israel y EE.UU.: ¿Quién responderá cuando las barbas del vecino ardan?"
En un mundo cada vez más polarizado por bloques de poder y alianzas estratégicas, la reciente ofensiva militar encabezada por Israel y Estados Unidos contra Irán ha dejado al descubierto la fragilidad de los llamados aliados del eje antinorteamericano. Mientras las bombas caen y las estructuras del poder iraní tiemblan, Rusia, China y el bloque latinoamericano compuesto por Cuba, Venezuela y Nicaragua parecen limitados a condenas diplomáticas sin acciones concretas. ¿Dónde ha quedado la fuerza disuasiva de estas alianzas? ¿Qué significado tiene, en última instancia, la lealtad geopolítica cuando la supervivencia está en juego?
"Aliados paralizados ante la ofensiva"
La respuesta de los aliados de Irán ha sido tibia, limitada a declaraciones formales en organismos internacionales como la ONU, que cada vez más se muestra impotente frente al poderío militar occidental. Rusia, atrapada en su propia guerra de desgaste en Ucrania, ha emitido advertencias y condenas, pero evita una confrontación directa que pueda escalar el conflicto a nivel global. China, por su parte, mantiene una estrategia de bajo perfil: se manifiesta en favor de la estabilidad, pero evita comprometerse más allá del plano económico y retórico.
En América Latina, Cuba, Venezuela y Nicaragua, autoproclamados bastiones de resistencia antiimperialista, han quedado en un papel meramente simbólico. Han emitido comunicados de solidaridad y rechazo a la intervención extranjera, pero no han movilizado una acción política regional de peso ni han mostrado músculo diplomático más allá de los foros tradicionales.
"La fragilidad del bloque antioccidental"
Lo que este escenario pone en evidencia es que, en la práctica, el bloque antioccidental carece de una estrategia coherente de defensa mutua. A diferencia de la OTAN, donde el ataque a uno es interpretado como ataque a todos, el llamado “eje del mal” no opera bajo una doctrina común ni bajo una estructura militar compartida. Esta debilidad estructural se revela trágicamente cuando uno de sus miembros es atacado con fuerza aplastante.
El hecho de que ni Rusia ni China estén dispuestos a arriesgar sus intereses globales por Teherán, y que los aliados latinoamericanos solo puedan ofrecer solidaridad de palabra, deja a Irán en una posición extremadamente vulnerable. Y plantea una inquietante interrogante para el futuro inmediato:
¿Qué ocurrirá si los próximos objetivos son Cuba o Venezuela, como socios estratégicos de Irán en el continente americano?
"¿Un ensayo general para lo que viene?"
Estados Unidos e Israel han justificado su ofensiva en nombre de la lucha contra el terrorismo internacional, apuntando a desarticular a Irán como potencia regional y patrocinador del extremismo. Bajo esa lógica, la alianza militar y política de Venezuela y Cuba con Irán, particularmente en materia de inteligencia, energía y apoyo mutuo en foros internacionales, los coloca en la mira de futuras acciones desestabilizadoras.
El silencio o la pasividad de Rusia y China ante la caída (simbólica o real) de Irán puede sentar un peligroso precedente. Hoy es Irán; mañana podría ser Caracas, o La Habana. El mensaje que envía Occidente es claro: los enemigos estratégicos no serán confrontados con disuasión, sino neutralizados uno por uno, sin que las potencias contrarias arriesguen un conflicto mayor.
"Cuando el humo llegue a este lado del mundo"
En la lógica de las guerras contemporáneas, la fuerza de una alianza no se mide por sus discursos, sino por su capacidad de reacción concreta. El eje que se autodenomina defensor del “mundo multipolar” ha demostrado ser incapaz de actuar con cohesión, dejando a sus miembros más expuestos a la voluntad de las potencias dominantes.
Para Cuba, Venezuela y Nicaragua, el escenario actual debería ser una señal de alerta. Si Irán cae, no solo caerá una pieza clave en el tablero de poder global, sino también la ilusión de que estas alianzas son garantes de seguridad o estabilidad. En un conflicto donde las reglas son dictadas por la supremacía militar, la neutralidad no es opción, y la pasividad puede ser sinónimo de derrota anticipada.
Porque cuando las barbas de tu vecino arden, más vale tener las tuyas en remojo... o te quemarás con ellas.
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